Columna de Opinión.
Desde hace un par de años, en la campaña presidencial de 2018 algunos se burlaban de uno de los candidatos por expresar que, Colombia podría ganar tanto dinero con el ‘oro verde’ —así se le llama de manera jocosa al aguacate Hass—, como con el petroleo. Mismas estrategias que fueron adoptadas después también por quienes antes reían.
Sin embargo, hoy lo que tiene en la mira del mercado internacional de exportación es otro tipo de ‘oro verde’ que está produciendo desde hace décadas este país —pero del que se habla poco—, se trata de soldados colombianos que son parte de ejércitos privados y que se ha convertido en un negocio próspero, facilitado en parte por el prolongado conflicto que respaldó EE.UU en sus políticas intervencionistas en países como Colombia, también, debido a las ya tan conocidas y escasas oportunidades en este país, que a su vez propician esa demanda extranjera de este tipo de materia prima que va en aumento.
Gracias a reiterados informes y artículos publicados en diversos medios e institutos internacionales, principalmente estadounidenses, se sabe bien que, algunos de estos ex militares luchan en Yemen o Afganistán, otros custodian oleoductos en los Emiratos Árabes Unidos; y otros varios más en asesinatos colectivos, como el de Haití hace unos días.
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“Cada año, 10,000 militares se jubilan, la mayoría con pequeñas pensiones, poca educación y experiencia limitada en el mundo civil”. Federico Ríos para The New York Times. Foto de edición propia. |
¿Por qué mercenarios de Colombia en específico?
Estas personas resultan ser las ideales para estos fines, pues han sido endurecidos por más de medio siglo de conflicto en casa propia, los soldados colombianos retirados y los combatientes ilegales alimentan el siniestro mercado de mercenarios en todo el mundo. Muestra de ello, unos 26 colombianos han sido acusados de participar en el asesinato antes del amanecer del presidente Jovenel Moïse en el que también terminó herida su esposa Martine.
El prestigioso medio periodístico estadounidense The New York Times en un artículo titulado, Behind the Haiti Assassination, Colombia’s Growing Mercenary Industry evidencia que, cada año, unos 10.000 efectivos se retiran de ese conflicto. La mayoría, no obstante, son soldados rasos que quedan con pensiones reducidas, con escasa educación —algunos son analfabetos— y con experiencia limitada para navegar en el ajetreado y cada vez más especialziado mundo civil. De manera que,
[…] con pocas oportunidades en casa, miles de ellos han buscado emplearse en el extranjero y, en la última década, soldados colombianos retirados se han convertido en participantes cruciales de una industria de mercenarios global que crece con poca regulación y en donde empresas y gobiernos los contratan para llevar a cabo sus pedidos.
En el mismo artículo se plasma que a factores tales como la cantidad, experiencia y disponibilidad para trabajar a cambio de paga relativamente reducida, estos individuos se han vuelto muy valiosos para los reclutadores alrededor del globo.
Isaías Suache, un antiguo comando de 44 años y líder de una asociación de veteranos de Colombia expresó al New York Times;
Somos máquinas de guerra, para eso nos han entrenado. […] No sabemos qué ser además de eso.
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Jovenel Moïse, ex presidente de Haití. Asesinado por mercenarios —la mayoría jubilados del ejército colombiano— hace unas semanas. |
Los retirados del ejército colombiano son vistos a nivel mundial como ‘presas’ de las oportunidades
En Colombia la mayoría de integrantes de las fuerzas armadas del estado se jubilan relativamente jóvenes con pensiones bajas y eso los hace ‘presa de mejores oportunidades económicas’, dijo el oficial retirado a W Radio el coronel John Marulanda, presidente de una asociación colombiana de ex militares. Factores que hacen que la participación de mercenarios colombianos destaque de manera prominente en el lucrativo mercado mercenario transnacional. Por ello, es que al respecto, Jorge Mantilla quien es investigador de fenómenos criminales de la Universidad de Illinois en Chicago le expresó a la AFP;
Hay una gran experiencia en materia de guerra irregular … el soldado colombiano está entrenado, tiene experiencia en combate y encima hay mano de obra barata.
El barranco del heterogéneo cosmos de las desgracias sociales que tanto han acosado a este país, ha ampliado su espacio con el transcurso de los últimos años; en vano fueron esos mejores vientos que se anunciaban con el acuerdo de paz de 2016 firmado entre el gobierno de Colombia y el mayor grupo rebelde del país: las Farc-EP. Mientra esos intereses de los grandes grupos económicos persistan como prioridad en las políticas nacionales, el conflicto no dará avisos de culminar. Lo cierto es que, hoy el ejército entrena y despliega a una nueva generación de soldados que lucharán contra viejas y nuevas facciones en el conflicto. Mañana quizá terminen matando a otros presidentes de países tercermundistas. Para esos los forman, para que sigan siendo parte del gran sistema económico que tanto se lucran de la avaricia, sevicia, brutalidad e ignorancia que estos soldados aportan.
Mientras las condiciones en Colombia no mejoren las oportunidades de esos hombres seguirán siendo el estar inclinados a ser captados por una industria global de mercenarios cada vez más voraz que tiene el potencial de desencadenar más operativos de desestabilización en todo el mundo. Como Sean McFate, experto en la industria de mercenarios y profesor en la Universidad de Georgetown ya indicó;
En la última década, la desesperación de los soldados ha chocado con el auge en la demanda global de seguridad privada, sobre todo en el Medio Oriente. […] Alrededor del globo, en los últimos años, se han dado a conocer diversos archivos en los que se comprueba que, soldados colombianos han viajado a Irak y a Afganistán empleados por contratistas estadounidenses, y a los Emiratos Árabes Unidos, donde muchos de ellos se convirtieron en fusiles a sueldo en la intervención en Yemen. Algunos colombianos han muerto y otros han matado durante estas misiones.
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Foto de El País. |
Las condiciones ideales para que esta ‘mina de oro’ no solo no se acabe pronto, sino que se agudice
Lo de Haití solo fue un detonante mediático de una práctica macabra que lleva en curso desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, hace una década ya, el periódico New York Times revelaba que,
un avión que transportaba a decenas de ex soldados colombianos llegó a Abu Dhabi para unirse a un ejército de mercenarios contratados por la firma estadounidense Blackwater para custodiar importantes activos emirates.
Otra muestra de este tipo, es que el mismo medio en 2015 afirmó que, cientos de colombianos estaban luchando contra los rebeldes hutíes en Yemen, ahora contratados directamente por los Emiratos Árabes Unidos.
Varias denuncias se han conocido de una practica de los Estados Unidos que busca sacarla el máximo provecho a esta situación, y es que han comenzado a sustituir sus tropas en Medio Oriente por esta mano de obra barata que han denominado ‘firmas de seguridad privada’, porque implica un menor costo político en términos de bajas y una zona gris en el derecho internacional.
Lo que se ‘esconde’ detrás de estas tácticas, es que se aprovechan de una zona gris en los tratados de Derechos Humanos y de la Justicia Internacional, pues, la responsabilidad legal recaerá en los perpetradores materiales y no en el Estado o la empresa que los contrató.
Así que, el ‘oro verde’ de Colombia para el mundo, ya no será para acompañar degustaciones gastronómicas, sino para librarse de condenas de derechos humanos y seguir incrementando la ya potente política intervencionista de los países del primer mundo por los tan anhelados recursos naturales —y no tan naturales— que ya comienzan a escasear. Todas las condiciones para que esto continúe y siga incrementando están servidas sobre la mesa. Vamos a ver a dónde nos llevará a todo esto. Si nos conduce a lo mismo de siempre, o ¿por qué no? a algo peor, de todos modos, estos individuos, ya no nos sorprenderán con nada. Tic, tac, tic, tac.