Los registros históricos y filosóficos lo señalan como uno de los primeros filósofos que estableció una concepción acerca del origen de todo lo existente a partir de un concepto esencialmente, racional: el ápeiron. Noción que, brindó las bases para establecer un discursivo explicativo —lejano a las antiguas explicaciones estrictamente mitológicas de ello—: la filosofía.
|
Foto de edición propia. |
Es un lugar común ya, el hecho que quién aborda por vez primera la lectura de los textos — evidentemente, fragmentados que han logrado sobrevivir hasta nuestra época— de los filósofos antiguos, no puede evitar una sensación de curiosidad y asombro —e incluso, en algunos casos de perplejidad—, y Anaximandro no es excepción de ello entre sus lectores y estudiosos.
Anaximandro es considerado como el primer pensador en adoptar una visión naturalista de las cosas. En el que sus contribuciones abrieron el camino al estudio de diferentes ciencias naturales —como lo indicaría el título de una de sus obras perdidas, Sobre la naturaleza—, estos aportes ayudaron a cambiar la forma de pensar y concebir el mundo. En este sentido se le considera como uno de los pioneros en el cambio de paradigma del conocimiento, basado en la investigación racional de la naturaleza.
Entre sus aportes de mayor relevancia, se tiene en la actualidad, su definición del ápeiron, el cual se le denomina como el ‘principio’ de lo existente. Para ser aprehensible este concepto, se deben tener en claro dos características fundamentales e inherentes a él. El primero, es su infinitud —que es eterno, sin final, inmortal, indestructible—. El segundo, que es indefinido —que no se refiere a un ‘ser’ o ‘cosa’ material—.
Por lo que, debemos entenderlo —al ápeiron— en un doble sentido: temporal y espacial —una posición de la que se serviría Kant mas de dos milenios después—.
En este sentido, el ápeiron —para Anaximandro— es condición de posibilidad de todo ente, sin ser el mismo un ente. Por ello, podemos afirmar que, Anaximandro es el primero que establece un concepto como causa última –o primera- de lo que existente sin apelar a creencias místicas como principio de ello, además de edificarlo alrededor de otro concepto ligado a él: el Arché.
El principio —arché— de todas las cosas es lo Ilimitado —ápeiron—. El decía que de ello nacían todos los cielos y los mundos que hay en ellos. Lo cual implicaría que dónde hay generación para las cosas, también hay momento y lugar para su destrucción, según una necesidad intrínseca a ello.
Hay un fragmento de sus obras que tradujo Nietzsche para un tratado, en el año de 1873, titulado, La filosofía en la época trágica de los griegos. El texto se basa en un curso que el filósofo alemán dictó varias veces durante su rol como docente en Basilea, con el título de: La filosofía preplatónica con interpretación de algunos fragmentos seleccionados.
“Aquello de donde las cosas tienen su nacimiento, a ello tienen que ir a parar, según la necesidad; pues, ellas tienen que pagar reparación y ser justificadas por su injusticia, conforme al orden del tiempo”.
La evolución y desarrollo del mundo para Anaximandro
Para este autor la evolución cósmica se da a partir de lo Infinito como ‘principio’ divino. Dado que se presenta este como un cosmos ilimitado, surgen de él los contrarios que se suceden en la naturaleza. Así lo expone Aristóteles en su Física:
Tampoco es posible que el cuerpo infinito sea uno y simple, ni el caso de, como dicen algunos, lo que está aparte de los elementos, a partir de lo cual se engendran aquéllos, ni en ningún otro caso. Hay algunos, en efecto, que suponen que eso es lo infinito, y no aire o agua, de modo que los demás elementos no sean destruidos por ser lo Infinito uno de ellos, ya que todos tienen contrariedad entre sí: el aire es frío, el agua húmeda, el fuego caliente; de manera que, si uno de ellos fuera infinito, los otros serían destruidos. Por eso dicen que aquello de lo cual se generan los elementos conocidos es algo aparte.
Aristóteles en esa misma obra decía que, el ápeiron es el estado primordial de todas las cosas, —es decir, una amalgama—. En esa mixtura los contrarios se originan como un proceso de separación en el momento en el que surge el cosmos.
Muchos han relacionado esto —especialmente en la filosofía cristiana medieval— con el Génesis bíblico donde se evidencian la separación de los contrarios al momentos de la creación del mundo;
Dijo asimismo Dios: Haya un firmamento o una grande extensión en medio de las aguas, que separe unas aguas de otras. E hizo Dios el firmamento, y separó las aguas que estaban debajo del firmamento, de aquellas que estaban sobre el firmamento.
En una especie de proceso dialéctico —aunque este pensador no fuese consciente de ello—, Anaximandro creía que la generación del todo,
se produce no al alterarse el elemento, sino al separarse los contrarios por obra del movimiento eterno. propuso como principio una cierta naturaleza distinta de los cuatro elementos, el movimiento eterno de la cual era, decía, la causa de la generación de los cielos.
Por estos aportes —y varios más que no alcanzaron a ser mencionados aquí—, los fragmentos de Anaximandro constituyen la primera y puntual expresión que, a partir de la pregunta por el sentido de lo existente, se pudo establecer un arquetipo de estructura racional para intentar comprender y responder a ello. Por ende, el nacimiento de las ideas filosóficas, tiene en Anaximandro uno de sus orígenes más predominantes.