Estandartes de la ciencia – Santiago Ramón y Cajal

“Escribimos para saborear la vida dos veces: en el momento y en retrospectiva.”
– Anaïs Nin
Conocido mundialmente como el padre de la doctrina neuronal moderna por sus enormes aportes en el campo de la neurociencia, relacionados con el tejido nervioso y específicamente con las neuronas, le valieron el Premio Nobel de Medicina, que recibió en 1906.

Su labor científica es su faceta más conocida. No tanto así su gran vocación y el enorme talento que tenía para el dibujo y la pintura. Éste talento que desarrolló desde niño, fue el que le permitió convertirse en el ilustrador de su propia obra. El texto aquí presentado, es un pequeño homenaje a la memoria de este estandarte de la ciencia.
De izquierda a derecha: Santiago Ramón y Cajal 1852 – 1934. Un dibujo suyo de una neurona de Purkinje del cerebelo humano. Foto de edición propia.

Orígenes

Santiago Felipe Ramón y Cajal nació el primero de mayo de 1852. Sus biógrafos, han señalado que, él siempre fue un ser visual. Además de sus dotes artísticos en la pintura, a los 16 años se inició en la aventura por comprender las utilidades y técnicas de la fotografía. 

En 1869 inició sus estudios formales de Medicina. Allí, gracias a las disecciones que realizó junto a su padre, comenzaría a interesarse en el estudio anatómico del cuerpo, quizá debido a que en ese punto se topó en un buen un punto de convergencia entre sus gustos artísticos y el estudio de la medicina. De manera como lo hizo Da Vinci a inicios del siglo XVI, éste también realizó dibujos de diversas piezas anatómicas que estudiaba. 

Su padre consciente del trabajo que estaba realizando su hijo, quedó complacido por las asombrosas interpretaciones artísticas que su primogénito realizaba. De modo que le planteó la idea de crear un atlas analítico que mostrase aquellos dibujos. Las condiciones socio-culturales de la época y del lugar en que se comenzó a desarrollar esto, se presentó como un obstáculo en la ejecución del proyecto. Ya en 1873 se título cómo licenciado en Medicina en la ciudad de Zaragoza. 

Posteriormente, en 1877 al aprobar los exámenes necesarios para realizar sus estudios de doctorado en Madrid, fue el hecho que le permitió conocer a  Aureliano Maestre de San Juan, un renombrado profesor de Histología de la época, quien sería una fuente de inspiración en la vida de Ramón y Cajal. Al ser la persona que lo introdujo en el campo de la microscopia, y lo impulsó para que creara su propio laboratorio de histología, el cual representaría la base para su estudio de la anatomía descriptiva. 

Después de contraer en 1878 tuberculosis —en su retiro forzado para recuperar su salud—, no sin muchas dificultades adquirió su primer microscopio, y poco a poco con pasión y esfuerzo demostró una  verdadera entrega en el estudio de la histología, disciplina a la que el mismo se refería como: La anatomía celestial.

Desde su rol como anatomista, en el que se interesaba especialmente en el mundo de la histología, le otorgó el conocimiento y pericia necesaria como para que en 1889 publicara su libro Manual de histología normal y técnica micrográfica. 

El jardín de la neurología brinda al investigador espectáculos cautivadores y emociones artísticas incomparables… y como en el vergel de la substancia gris, veía células de formas delicadas y elegantes, las mariposas del alma. Santiago Ramón y Cajal.

Santiago Ramón y Cajal. Foto de la Fundación Marcelino Botín.

Su trabajo como punto medio entre el mundo científico y el artístico

En su estancia en la Universidad de Barcelona, su ya conocida admiración por la micro-estructura del organismo, le condujo a reflexionar e investigar en qué podía consistir la dificultad para comprender esa conexión existente entre unas células nerviosas y otras varias más, por ello escribió ésta analogía al respecto: 

Como rematan las raíces y las ramas de esos árboles de sustancia gris, de esa selva densa que por refinamiento de complicación carece de vacíos, de suerte que los troncos, ramas y hojas se tocan por todas partes.

Dibujos de Ramón y Cajal sobre el sistema nervioso.

Ya en su laboratorio, comenzó a realizar algunas modificaciones a la técnica de Golgi —esta consistía en una doble coloración cromoargéntica— que se usaba para describir la anatomía histológica del sistema nervioso abarcando un amplio espectro con ello de ellos. Sus resultados le llevaron al concepto de que el sistema nervioso está compuesto por células independientes, que se relacionan a través de sus prolongaciones.

En 1888 plasmó en sus dibujos por primera vez las espinas dendríticas, la riqueza de estas investigaciones y representaciones marcarían un hito en la investigación histológica en el siglo XX.

Células piramidales con tinción de Golgi por Ramón y Cajal.

Para éste científico el dibujo constituía uno de los principales medios para ilustrar las observaciones histológicas —también como consecuencia de que aún no existían los aparatos, herramientas e instrumentos que permitieran plasmar de manera fidedigna la apreciación de sus trabajos—. 


El punto de convergencia entre sus dotes científicos y artísticos le brindaron la capacidad de descifrar los dibujos precisos de la organización y estructura neuronal en el sistema nervioso. Evidentemente, su mayor mérito radica en el reconocer que esa tarea no pudo ser cosa fácil de realizar. Pues, debió plasmar solo lo que era propio del tejido.

Sus logros fueron prominentes. Ellos revelaron la morfología de la célula nerviosa por excelencia, que fue denominada “neurona” dos años más tarde, en 1891, por el patólogo alemán Heinrich Wilhelm von Waldeyer.
Neurona de Ramón y Cajal.
En 1906 él y Golgi compartieron el Premio Nobel de fisionomía o de Medicina. Aunque se debe aclarar que, poco tiempo antes de ello, Ramón y Cajal ya había escrito su famosa doctrina de la neurona: la teoría de que las neuronas eran células cerebrales individuales y reciben información. Que de manera rápida se convirtió en uno de los postulados esenciales que constituyen la base de la neurociencia moderna.

Si bien en ese entonces con sus herramientas no podía ver los ‘vacíos’ entre las neuronas en su microscopio, los denominó: sinapsis. Al respecto diría que, 
si pensamos, aprendemos y creamos recuerdos en el cerebro, entonces ese espacio pequeñísimo era muy probablemente la ubicación del lugar donde lo hacemos. Esto desafió la creencia de ese entonces de que la información se dispersaba en todas direcciones sobre una red neuronal.

Sobre la imagen de la portada

Es una célula cerebral, en ella la parte exterior del cerebro es la que procesa nuestros sentidos, y por ende, controla la actividad motriz y nos ayuda a realizar funciones cerebrales superiores, como tomar decisiones. Hoy es un dato conocido el saber que, algunas de estas neuronas son tan grandes que no se necesita un microscopio para verlas, a diferencia de la mayoría de las otras células cerebrales.

Tal vez el dibujo más famoso y conocido de Ramón y Cajal.
Camina hacia el futuro

Yeisson X

Médico especializado en Neurología. Abogado con énfasis en Derecho Penal. Bueno, todo eso querían en mi familia. Estudié Comunicación Social – Periodismo, escritor y buen amante.