Cristianos chimbos
No termina de ser paradójico —al mismo tiempo que contraproducente— que en un país de tantas carencias básicas y de primer orden, haya exceso de cosas que no deberían serlo, al menos no por principio. Porque van en clara contravía de todo aquello que dicen ser y creer.
Aterricemos la idea, en Colombia pueden ser escasos muchos elementos primordiales como la comida, dinero para el arriendo, los servicios, la ropa, la salud, el transporte; les puede eso y más. Pero no les pueden faltar el insulto, la envidia, el desprecio, el desdén, el clasismo, los celos y una total indiferencia por el otro que sufre. Virtudes como la coherencia, respeto y compasión son variables de una ecuación para lograr el bien-estar que en la cotidianidad del colombiano promedio, poseen un valor casi nulo. Por lo que, con los pies en la tierra, se puede ver que, la ecuación para lograr tal fin, no está desbalanceada, sino que justamente, posee los valores precisos que explican esa sociedad absurda, desesperanzadora y agobiante que a cada día vemos y sentimos.
El colombiano puede definirse y etiquetarse por muchas cosas. En otros lugares no lo bajan del umbral de la admiración, por su compromiso por trabajar, emprender, por salir adelante ante tanta adversidad. En otro tipo de lugares, piensan que todo colombiano vende y fabrica droga —producto del nefasto legado que nos dejó Escobar—. Pero, también hay una definición que cobija a los colombianos, incluso con menos discriminación de la que podría llegar a pensarse, pues, está lo logra hacer desde las más diferentes índoles entre las más variadas clases sociales; y es que en Colombia la gran mayoría son cristianos. Pero, no solo eso. Por millones podríamos clasificarlos en tres tipos de cristianos:
El primer tipo abarca a varios, diferentes a primera vista, pero no tanto si te fijas con cuidado. Entre ellos están el que abre una cuenta de Twitter y de foto de portada pone a una foto de Álvaro Uribe Vélez y una descripción de Biografía en la que expresa amar a Dios —pero que al mismo tiempo odia y desprecia a todo lo que pueda oler a izquierda—, y se lo hará saber con mucho aire de desprecio y humillación en cada publicación, en cada respuesta o comentario que puedan hacer en Facebook, Twitter y YouTube. En este selecto grupo, también hallamos, a casi todos los militares, policías y políticos de derecha del país. Todos los anteriores en este grupo, suelen compartir uno de los lemas más incoherentes e hirientes que hay: ‘Dios y patria’. ¿Cuántas barbaridades, cuánto sufrimiento no se habrá infligido al pronunciar estas palabras? Revísese aquella cifra reciente que reveló la JEP: 6402 para muestra de un botón. Estos no suelen ser solo unos cristianos chimbos, son malas personas. Muchos de ellos, criminales, según la ley. Estos son la comidilla de ese otro extremo, en el que bajo la perversa lógica de los primeros, se sirven para manifestar que bajo toda creencia religiosa, hay toda una muestra de irracionalidad.
El segundo tipo de cristianos que abundan en Colombia, son más mesurados. Estos no habría que calificarlos como malas personas, pero si malos cristianos. Y no lo son solo porque muchos de ellos, van a la misa del domingo cumplidamente y al momentos ya están hablando mal de un vecino o teniendo relaciones sexuales en aventuras extra maritales. Sino, también porque entre ellos, abundan en grandes escalas, los prejuicios sociales, morales y religiosos que aunque no los cumplen ni los llevan a cabo, no aceptan tampoco que otros no se rijan por esos principios, por esas leyes. Estos llevan aquel libro insistiendo que otros deben leerlo, que allí se encuentra la salvación. Deberían preocuparse por entenderlo, antes qué fijarse que otros lo lean, quizá así vean con mayor claridad la enseñanza que es necesaria para lograr obtener las herramientas que nos conduzcan hacia una mejor sociedad.
Y la última clase de cristianos, son de esos pocos en la vida que uno se topa y que le hacen plantearse, qué tal vez todavía hay esperanza. Qué todavía hay motivo para querer una mejor sociedad. Como toda belleza en el mundo, esta es escasa. Así lo son ellos. Los más escasos entre nosotros. Son los que nos hacen pensar que, si de verdad esta fuera una sociedad que predicará y aplicará aquella enseñanza de amarse los unos a los otros, que nos dejó Jesús, viviríamos en una de las mejores sociedades posibles.
Por ende, a grandes rasgos, en Colombia el cristiano común, es un vulgar y un cínico que de dientes para afuera profesa el amor a Jesucristo y en su corazón no lo alberga; son personas que con sus actos, palabras y pensamientos solo buscan hacer todo lo contrario a lo que éste enseñó a la humanidad, puede definirse a toda esta vastedad de individuos como unos cristianos chimbos. Esa realidad, no debería causar sorpresa, que muchos ni sepan en la contradicción en la que viven y se desenvuelven; como sí resulta preocupante, que lo sepan y aún así decidan por encima de sus creencias. Lo cual explicaría en gran medida, el por qué de la sociedad en la que vivimos.
Ahora bien, si les resulta escandalosa esa definición de llamar cristianos chimbos a ese montón de gente; podríamos usar un término que apele a lo políticamente correcto para clasificarlos, como por ejemplo, aquel término de antaño que podría enunciarse así: esos colombianos que son malos cristianos son una contradictio in adiectio.
Muy buena página Yeisson x que te vaya bien 😀
Gracias.
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