Es por muchos sabido que, cualquiera puede ser valiente desde la distancia. Y más aún, cuando a quién se le recrimina, lo separa ese abismo de no estar en el mundo de los vivos. María Andrea Nieto lo sabe, por eso sus palabras de esta semana en Twitter contra el ya difunto Antonio Caballero no pudieron ser antes. De haberlo hecho, ella misma sabe que hubiese sufrido una de las peores humillaciones que solo la mejor pluma periodística que tenía Colombia, le pudo haber brindado a través del tino y destreza de sus columnas de fin de semana. Y eso que aún no se ha mencionado la necedad con la que pronunció sus palabras.
Quizá aprovecho el deceso del prestigioso escritor, para expresar la frustración de lo que ella no es ni ha podido ser. Y caldear aún más los ánimos de quienes pueden sentirse ofendidos por la brecha salarial incluso entre los mismos profesionales de esta área y de muchas otras. Tal parece que, la línea editorial del medio para el cual trabaja ella ahora mismo, le viene como anillo al dedo. Viendo el mundo con ojos de resentimiento y plata. Pero, se le ‘olvidó’ a Nieto que, si bien Caballero ya no le puede replicar, aún estamos aquí, los que ‘venimos atrás’.
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De izquierda a derecha: María Andrea Nieto y Antonio Caballero (Q.E.P.D). Imagen de edición propia. |
Hay que poner esto en contexto; el reconocido periodista colombiano fue una de las plumas más críticas y mordaces del país, su facilidad de expresar a través de palabras y caricaturas la polivalencia emocional que provoca el vivir día a día en este país, sin duda siempre fueron los principales elementos que le destacaron. Caballero falleció en la tarde del viernes 10 de septiembre en Bogotá luego de permanecer los últimos días hospitalizado por graves complicaciones de salud.
Lo que nos tiene aquí, es lo ocurrido el jueves 16 de septiembre a las 7:31 a.m. cuando se publicó un trino que de manera inmediata ocasionó todo un revuelo. Este provenía de la cuenta de la ex-directora del Sena, María Andrea Nieto y quien hoy trabaja en Semana en el que reveló el sueldo que recibía anualmente el columnista, Antonio Caballero:
Antonio Caballero recibía mas de 200 millones anuales por escribir 4 columnas al mes. Eso no lo quieren contar los periodistas de estrato 25. Explíquenle a los millones de trabajadores que se desviven y que sí trabajan para ganar el salario mínimo.
Como si en el ámbito del trabajo privado, las personas estuvieran obligadas a decir lo que ganan. Lo ruin radica en tratar de usarlo como pretexto para generar indignación en una sociedad donde las brechas salariales y económicas son tan notorias y cada día más alza.
Como el columnista mismo dijo hace un par de semanas nada más, “el periodista colombiano no puede concebir que nada exista sin que algo sospechoso o siniestro esté detrás. Suele tener razón. Es un titular inevitable” . Pues, bien, evidentemente, no es que exista un desconocimiento en tal diferencia para ella entre lo que dijo y la intención, pero sí una excusa de usar este ‘argumento’ para seguir alimentando ese fuego conflictivo de unos con otros en el que se mantiene la mayoría de los colombianos. Cuyo objetivo tiene como fin, negarle la capacidad al otro de aceptar las virtudes y logros bien cosechados de otros, más aún si están hechas a pulso y por mérito propio.
Uno de los periodistas televisivos colombianos que ha tenido mayor logro y vigencia por sus múltiples y contundentes reportajes, Juan David Laverde en un tweet se cuestionó al respecto:
¿Qué le habría contestado Antonio Caballero? ¿Le habría contestado? Supongo que sí. Imagino sus respuestas. Es más, lo veo escribiendo otra vez. Qué vaina. Cómo se va a morir.
A lo que minutos después, el periodista Félix de Bedout le contestó con unas fotografías de unos párrafos del libro Patadas de Ahorcado, de Caballero.
Desde el ‘más allá’, vía ‘Patadas de Ahorcado’, Antonio Caballero responde sobre lo que en algún momento ganaba como sueldo en Semana.
En lo escrito por el columnista fallecido, se lee:
No son los dueños de los medios de comunicación los que nos dan de comer a los periodistas: somos nosotros, los que hacemos los periódicos, los que les damos de comer a ellos, que son los dueños. En segundo término, nunca he considerado que yo deba agradecer el hecho de que me paguen por un trabajo que hago. Hago mi trabajo, y el salario es la contraprestación lógica que me debe quien me contrató. Un contrato de trabajo no le exige al empleado, ni muchísimo menos, el arrodillamiento y el deber de lealtad feudal al jefe o al seño.
Quizá Caballero en una respuesta a Nieto le hubiera recalcado la decadencia no solo de su pensamiento, sino de su actuar, como por ejemplo, el hecho de posar como faro moral aunque actualmente trabaje ella para Semana aún con esa nefasta línea editorial que la rige. Y que le ha ocasionado llegar al punto de casi que regalar sus suscripciones para que la gente los siga leyendo.
Bueno, imaginar una respuesta de su parte ahora es solo especulación. Ya no lo sabremos. Si algo aprendimos de todo el legado periodístico y literario que nos dejó Antonio Caballero, es que él tenía siempre la capacidad de mirar un hecho periodístico o histórico desde un ángulo que a casi nadie se le ocurría. Menos aún para alguien como ella, que con la facultad de pronunciar cualquier palabra en este justo momento en el que vivimos, solo pudo pronunciar aquellas que más delatan las carencias que la poseen fuertemente.
A los que admiramos a quien fue denominado por consenso general, ‘la mejor pluma que tenía Colombia’, nos es evidente la necedad de Nieto. Porque, si hubiera aprendido algo de Caballero, hubiera notado que entre sus mayores virtudes, era el poseer ese don de seguir desentrañando sus trucos narrativos, con una maravillosa capacidad para ir tejiendo frases –una tras otra– de manera casi hipnótica, que obligaban al lector a llegar al final del texto. Cosa que ella no logra y no logrará, porque contados con los dedos de la mano en todo el territorio nacional, el que pueda pronunciar: “yo me veo cada programa de María Andrea Nieto de principio a fin”.