Entre el ruido de las calles y las luces que se cruzan,
me encuentro yo, una mente inquieta que no se detiene,
pero no todo es caos, también hay belleza en las distracciones,
en lo que nos aleja de la realidad y nos lleva a otro nivel.
Las distracciones son una ventana a otro mundo,
una forma de encontrar la paz y el sosiego,
una oportunidad de reinventarnos y de soñar,
de olvidar los problemas y dejarlos a un lado.
A veces necesitamos desconectar de todo,
dejar de pensar en las preocupaciones,
y enfocarnos en el momento presente,
en las pequeñas cosas que nos rodean.
Las distracciones son un oasis en el desierto,
un alivio a nuestro agotado corazón,
un descanso merecido para nuestra mente,
y un bálsamo para nuestra alma cansada.
No debemos temer a las distracciones,
ni juzgarlas como una pérdida de tiempo,
porque a veces son el camino hacia la creatividad,
el motor que nos impulsa a seguir adelante.
De modo que, no te sientas mal por distraerte,
disfruta de ese momento, de ese instante,
porque en esas pequeñas cosas, a veces,
encontramos la inspiración y la felicidad más grande.