¡Maldita, maldita, memoria!
¿Por qué no te puedes alejar de mí?
Odio saber cuánto de ti,
Porque me la recuerdas sin fin;
En ti habitan y afloran los recuerdos de ella;
Déjame en paz,
Te lo ruego.
Te detesto,
Porque cuando menos lo espero,
Tú logras revivir
los momentos felices,
Pero, también los que me hicieron sufrir.
Eres como una caja de tesoros
que guardas imágenes indelebles,
De muchas cosas que,
No necesito en mi presente.
La llave de tu cajón
No la tengo yo;
Es algo que solo tú
Logras hacer aparecer.
Te detesto y me sorprendes,
Porque cuanto soy
Está marcado por ti.
Eres frágil y engañosa,
Pues, te he visto fallar;
Dejas huecos y lagunas al pasar,
Y cuando no logras tu cometido,
A tu vil conveniencia lo inventas.
Te detesto y te temo,
Por cuanto soy y seré;
Depende, de lo que tú me permitas.
Mi destino, es un hilo
Qué se sostiene fuerte de ti,
Si tú fallas, fallaremos los dos.
Te detesto,
Porque eres rencorosa;
Tus esfuerzos logran frutos duraderos,
Porque no hay cicatriz
Qué tú dejes pasar por alto.
Ojalá fueras cómo cuál melodía;
Para que, en muchos aspectos,
Te desvanecieras con el viento;
Y así en muchas maneras,
No volver a saber de ti.
Te detesto, pero me alivio,
Porque no eres infalible,
Porque incluso tú
Así como muchos lo hicieron antes,
También pasarás un día.
Te maldigo y te bendigo,
Porque todo lo que he dicho de ti,
Así lo he dicho de mí.