Obras que son como la vida misma – La Rayuela de Cortázar

“Escribimos para saborear la vida dos veces: en el momento y en retrospectiva.”
– Anaïs Nin

Rayuela es una obra que es como la vida misma de cada quién, parte del orden y nos dirige al caos. No, no es un estudio de un paradigma físico, pero a su manera Cortázar también logra reflejar que los sucesos en nuestras vidas que hasta ahora hemos considerado deterministas —y por ende, previsibles— tienen severos límites en dicha previsibilidad. Y creo que allí, es donde casi todos confluyen al decir que este libro revolucionó la forma de contar una historia, al reestructurar la forma de concebir una novela.


Quien lo haya leído, nota una historia acerca de la vida, del intelecto… pero, sobre todas las cosas, del amor como hilo que lo entreteje de principio a fin. Es un texto de muchos significados, porque depende del orden en que lo leemos o lo escuchamos.

Foto de edición propia.

Rayuela fue publicada en 1963, y pronto se volvió una referencia fundamental de la literatura hispanoamericana. Ponga frente a usted y ubique entre sus manos un libro de más de 600 páginas que debe leerse como una especie de plano con lupa para ver sus detalles y verá a lo que nos referimos aquí. Si bien el autor ofrece una guía de capítulos para leer el libro —añadiendo que quién quiera—, podrá leerlo de manera lineal desde el principio. Por ambos senderos, se llegan a destinos diferentes.

Datos interesantes y curiosos rodean la obra por montones, tanto es así que, deben contarse por millones las personas que, en algún momento y lugar de su vida  habrán leído o escuchado aquello de “andábamos sin buscarnos pero, sabiendo que andábamos para encontrarnos”; Sin embargo, ese número se verá reducido drásticamente al saber que esa cita se halla en la segunda o tercera página de la obra de Julio Cortázar, Rayuela. 


En él el lector compone la lectura, organiza los fragmentos de un caleidoscopio novelesco, casi como si de un juego interactivo se tratase. Cortázar nos propone un mapa para hallar un tesoro y muchos terminan encontrado varios. Era sin saberlo, pionero de la cultura Gaming; pues Rayuela es un juego con premio de participación.

Este libro es muchos libros, pero, sobre todo, es dos libros.


Hay dos lados del libro, como si tener dos historias en una sola y enriquecer la narración y la disertación no fuera suficiente, Cortázar también nos invita a leer un capítulo alternando sus líneas; reflexiona sobre la literatura, y poco a poco nos hace cómplices en mayor medida de un placer lúdico en una acción participante de principio a fin.
Supongo que, ya el lector comienza a notar la similitud entre ese libro y la vida misma. O si no, ¿De cuántas formas podría contarse nuestra propia vida o de cuántas maneras lo podríamos hacer con la de alguien más? ¿Cuántas veces un mismo suceso no ha sido narrado de maneras distintas? ¿Cuántas decisiones que hemos tomado o hemos dejado pasar no han determinado con lo que nos hemos topado o con lo que nos hemos perdido? Esa es su genialidad, lo comprendió y lo plasmó a su manera sin perder de vista aquello que refleja la vida misma. Es decir, sobre la toma de decisiones y la imprevisibilidad de las mismas. 
En cuanto a la obra, para autores de la talla como la de Mario Vargas Llosa, Rayuela no se trata de un experimento, sino de una conquista, de un mundo realmente nuevo de posibilidades literarias e interpretativas. Por esto se refiere a ella de la siguiente manera:

Sería injusto llamarla una novela experimental. Esta calificación despide un tufillo abstracto y pretencioso, sugiere un mundo de probetas, retortas y pizarras con cálculos algebraicos, algo desencarnado, disociado de la vida inmediata, del deseo y el placer. Rayuela rebosa vida por todos sus poros, es una explosión de frescura y movimiento, de exaltación e irreverencia juveniles, una resonante carcajada frente a aquellos escritores que, como solía decir Cortázar, se ponen cuello y corbata para escribir. Él escribió siempre en mangas de camisa, con la informalidad y la alegría con que uno se sienta a la mesa a disfrutar de una comida casera o escucha un disco favorito en la intimidad del hogar. Rayuela nos enseñó que la risa no era enemiga de la gravedad y todo lo que de ilusorio y ridículo puede anidar en el afán experimental, cuando se toma demasiado en serio.

El narrador en Rayuela, es como una historia de nuestra propia experiencia, en la que a veces, hay un todo un discurso dialéctico, metafísico, injusto, de evidente sed, amargo y dulce, verdugo  —y a veces, por que todo hay qué decirlo, victimista—, en que a veces también brotan las lágrimas en nuestros ojos, con panoramas desoladores y en otras ocasiones, noble y lleno de ternura. Pero, en el que igualmente solemos hallar un relato circunstancialmente, omnisciente, y de mirada cruel, satírico, erudito y empeñado en dirigirnos a nuestro propio ego.
Juan Loveluck, por allá en 1968 ya expresó al respecto,  

El acierto máximo del libro es la fusión de su forma, o su aforma, con la variedad del mundo representado: el mundo como caos, el mundo como cambio, el mundo como calidoscopio.

En toda la Rayuela hay un llamado silencioso hacia la busqueda de una dimensión humana, que radica en  el comprender que en su relato —al igual que lo hay en cada una de nuestras vidas—, subsiste una inclinación y una grandeza para sufrir, amar y compadecer. No se trata de llevar una cruz al hombro, sino de hacer de esos relatos y experiencias, la riqueza propia de esas cualidades con las que tendremos que vivir todos los días.
En el subyace toda una base filosófica —aún actual— que se podría resumir con las palabras del capítulo 99:

Yo diría para empezar que esta realidad tecnológica que aceptan hoy los hombres de ciencia y los lectores […] después de haberlo esperado todo de la inteligencia y el espíritu, se encuentra como traicionado, oscuramente consciente de que sus armas se han vuelto contra él, que la cultura, la civiltá, lo han traído a este callejón sin salida donde la barbarie de la ciencia no es más que una reacción muy comprensible. Perdón por el vocabulario.

Tanto en el libro como en la vida, se nos dan las normas claras desde el principio, se les denota y connota de sentido y significado, las partes y las estructuras que logramos aprehender en ambas situaciones son expresiones de la realidad misma. En mi opinión,  el mayor logro de Cortázar en Rayuela es haber logrado a través de una novela singular, la teoria en pro de la práctica. 

Camina hacia el futuro

Yeisson X

Médico especializado en Neurología. Abogado con énfasis en Derecho Penal. Bueno, todo eso querían en mi familia. Estudié Comunicación Social – Periodismo, escritor y buen amante.