El objetivo de la presente serie de textos que surgen aquí —el cual éste puede servirse de introducción, en torno a la temática de la historia de las ideas filosóficas—, tiene su punto de partida en lo que se conoce como la ruptura gradual del pensamiento predominante mítico y en el que se abre paso el pensar racional.
Con esto como base, se inicia así este viaje a través del paisaje de las ideas, en el cual hay un interés especial por lograr evidenciar cómo bajo concepciones algunas se volvieron preceptos hacia una constante por determinar la unidad indisoluble entre el universo y el ser humano; con el fin de hacer de ellas un puente de interconexión entre el mundo tanto a grandes como a pequeñas escalas. Esta perspectiva infiere que, no sólo es el punto de partida para las ideas en la filosofía, sino que también podría concebirse a la par como el punto en el que se origina las primeras ideas de la ciencia.
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Rafael Sanzio, La escuela de Atenas. 1512. Foto de edición propia. |
Quizá ya nunca sepamos con exactitud los orígenes de la filosofía griega y en general de todo el pensamiento occidental, por su carácter paradojicamente, místico. En lo que sí concuerda la tradición erudita a términos generales, es que la filosofía nace con Tales y Anaximandro.
La filosofía tiene su origen en el escepticismo o quizá a manera de querer dotar de significado en un discurso y relato coherente el “pensamiento mítico” imperante en la época. La mitología siempre estuvo —y aún está— latente en la filosofía, pero en la antigüedad tenía un énfasis muy notorio. Un análisis de la epopeya que ha sobrevivido de la filosofía griega, muestra de manera contundente la estrecha conexión que guarda esa concepción mística con el pensar racional.
La filosofía griega escribió unas de las páginas más gloriosas de la historia del pensamiento antiguo, al lograr establecer y promocionar el desarrollo completo de la personalidad del individuo. La importancia universal de los griegos, como educadores —véase el homenaje hecho por Rafael Sanzio en La escuela de atenas en la portada de esta nota, como ejemplo de ello—, deriva de su novedosa concepción de la posición del individuo en la sociedad.
Ellos concibieron la ciudad a la vez como estado —concebida como ciudad-estado—, a través de la que se podía desarrollar la capacidad formadora de la paideia en sus jóvenes, término que Werner Jaeger (2004), señala como, aquel sistema de:
ideas, principios, convicciones y creencias que expresaban el sentido, la justificación y el origen de la legitimidad de la ciudad-Estado y, claro, de los individuos que actuaban para que la comunidad se mantuviera y se realizara continuadamente.
Quizá la filosofía y la concepción científica e intelectual que tenemos del mundo hoy, no sería factible y palpable, si la antigua Grecia hubiera sido coartada por la restricción de libertad e imaginación por consecuencias de las formas de pensamiento mitológicas presenciadas típicamente en medio de sociedades teocráticas. Creo que, eso es lo que logró diferenciarla de una manera tan marcada con pueblos y culturas como las del del antiguo Oriente y de mundos tan disímiles como lo fue el egipcio, en donde los gobernantes faraónicos eran la encarnación de Ra, el dios solar.
Fue debido a la fuerte herencia de las creencias micénicas en la adoración de los personajes “históricos” de los dioses griegos, lo que supuso que la sucesión de la apropiación en la educación y desenvolvimiento de los acontecimientos físicos fuese resultado de un impulsó hacia un “paradigma” en el que la concepción de los atributos psicológicos del hombre, se explicaran en pro de una amalgama de las virtudes personales de estos. Lo anterior les permitía construir un modelo de enseñanzas discursivas y “teóricas” sobre los fenómenos naturales; siendo así que, manifestaciones de la naturaleza como la tempestad y la peste fuesen algunos de los castigos que enviaban los inmortales. En cuanto a las cualidades subjetivas, se lograban experimentar a través de experiencias vitales como en las que, las pasiones desenfrenadas eran aguijoneadas en el ser por Afrodita; etc.
El acto de reflexionar que derivó pronto en el filosofar, fue un acto que se concibió como una intención hacia la comprensión de las creencias religiosas desde el pensar racional, ello fue con fines divinos pero accesibles desde el punto de vista de la inteligencia humana. Es loable, la hipótesis ampliamente aceptada que, fue desde las explicaciones religiosas dónde surgió un intento significativo y primero por intentar comprender cuál podría haber sido el origen del universo.
Ha sido objeto de gran cantidad de estudios y análisis la concepción antropocéntrica de los dioses para los griegos, en el que se evidencia una clara intención de prolongación de sí mismos y de sus virtudes en las propiedades divinas que les otorgaron a los seres que veneraban. De allí que hubiese con ahínco en que las peculiaridades de las clases nobles y guerreras estuvieran proyectadas y emparentadas mediante los simbolismos y los modos épicos y divinos, y que ello, estuviera de forma marcada contrarias con el proceder terrenal que los predominaba.
Las ideas místicas y religiosas, tuvieron el gran mérito, que aunque se hicieran desde un enfoque antropomorfismo de los dioses, estos conservaran sus influencias en las manifestaciones de la naturaleza, lo que hizo que la filosofía y la ciencia nacieran como el impulso por encontrar una regularidad subyacente en ella misma.
Entre los pensadores de la naturaleza —más conocidos como los presocráticos—, se logra destacar que, muchas de sus teorías y aportes se lograron adelantar a diferentes teorías vigentes de la modernidad —aunque claro, con modificaciones, pero conservando la esencia—, los ejemplos que más resaltan de ellos, son los casos de las ideas de Anaximandro y de Empédocles respecto de cómo surgió la vida, las de Heráclitocuando intentó explicar la formación del mundo, y, finalmente, entre otros ejemplos, la concepción atomista de Leucipo y Demócrito.
De modo que, aunque el pensamiento presocrático, carecía de lo que se conoce como un método científico, logró sobrevivir para influenciar y vislumbrar los senderos de estudio e investigación en la ciencia moderna. No hay lugar a dudas que, la ciencia moderna no hubiera sido la misma hoy en día sin aquellos precedentes griegos. Al respecto Burnet dijo de manera clara y concisa,
Los filósofos jonios, han franqueado la vía que la ciencia, a partir de ese momento, no ha tenido más que seguir.