Uno de los primeros grandes sabios que, concibió la investigación de la naturaleza en una estrecha relación teórica y pragmática hacia la divinidad, las cuales no se deben disociar en los análisis y disertaciones sobre su postura. Son de esos pocos en que la poesía y el discurso racional no se oponen.
Famoso y polémico para muchos, por hacer que en él confluyan dos tradiciones, dos posturas en apariencia, diferentes. Una es la que provino de los filósofos jonios los cuales se preocuparon por intentar hallar un principio universal bajo las múltiples apariencias de la naturaleza —en el que sus máximos exponentes fueron Tales de Mileto, Heráclito, y Parménides—. Del otro lado, la influencia del legado pitagórico —quienes plantearon el principio del alma y su destino trascendente en un cosmos armonizado bajo las leyes del número—.
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Foto de edición propia. |
Nace en Sicilia hacia 490 A. C. y muere en el 430 A. C. Fue contemporáneo de Sófocles, Eurípides, Pericles, Heródoto y Protágoras, así como de Gorgias de Leontinos. Producto de su época, heredó no sólo la problemática en torno al principio físico universal, sino también la poesía como el modo literario de expresión para su pensamiento.
Qué en él confluyan esas dos corrientes de pensamiento, es el resultado de la riqueza en la personalidad de aquel pensador. Pues, no se debe olvidar el contexto político, social, económico, religioso, geográfico y cultural en el que se encontraba sumergido éste; por una vertiente, tuvo que verse confrontado a la doctrina metafísica de Parménides —del que se ha dicho tanto, pudo haber sido discípulo— y cuya obra él conoció bien. De otro lado, se interesó por las posturas de los pitagóricos y su búsqueda por el principio del alma.
De Parménides tomó su postura acerca del arché universal único, eterno, inmóvil, es decir, totalmente irreconciliable con el mundo del movimiento y del devenir, con las apariencias del mundo múltiple en el que vivimos y sentimos. El cual en su esencia el mundo de las apariencias se presentaba muy distante y el cual no admite cambios ni alteraciones. Así quedó plasmado en un fragmentos de uno de sus poemas;
Escucha primero las cuatro raíces de todas las cosas: Zeus brillante, Hera dadora de vida, Aidoneo y Nestis, que con sus lágrimas hace botar la fuente mortal.
En en el cual luego, continúa de la siguiente manera:
Son ellos, pues, los mismos, pero pasando uno por otro se vuelven humanos y distintas razas de bestias ya confluyendo en un único orden a causa de la Amistad, ya en cambio, guiados a la separación por efectos del Odio, hasta que crecen y se juntan del todo y se vuelven Uno. Así, como se habituaron a hacerse Uno desde su ser muchos y como, a su vez, al disgregarse se realizan en muchos, de ese modo están sujetos al nacimiento y a su vida inestable; pero mientras que nunca dejan de mudar sin descanso, así siempre son iguales, a lo largo del ciclo.
El cosmos para Empédocles
Empédocles tuvo que recurrir al abandono y negación de la unicidad del principio cósmico y admitir por el contrario, una pluralidad de raíces o archaí, que dieran como resultado los principios distintos de la materia. En su concepción, estos debían ser cuatro raíces o “elementos”: el agua, el aire, el fuego y la tierra —el agua de Tales, el aire de Anaxímenes, el fuego de Heráclito y la tierra como cuarto elemento de la mezcla primordial—. Para él estas cuatro raíces eran las causas del movimiento cósmico.
Hay que hacer una aclaración, este filósofo en realidad usó una terminología notoriamente poética. Esto debido a que, en lugar de los cuatro nombres comunes de los elementos, se sirvió de los nombres de dioses para indicarlos: Zeus, Hera, Nestis y Aidoneo —como se vio en el extracto de su poema anteriormente citado—. En su archaí todo cambia, pero la armonía de fondo es eterna.
Al afirmar que con sólo cuatro principios puede componerse y descomponerse, cíclicamente, todo el conjunto de seres diversos del mundo y cuya ‘mezcla’ es la que forma los distintos organismos es lo que le otorgó el ser uno de los representantes más significativos de la última etapa física presocrática.
Empédocles fue además un entendido en muchos saberes —en la jerga actual, era un polímata—, sus textos abarcan campos que van desde la astronomía, cosmogonía, fisiología animal y humana, psicología, medicina, botánica y hasta religión. Su argumentación la logró expresar, en un lenguaje poético. Hoy se le recuerda especialmente, por tratar de explicar las apariencias del mundo sensible sobre un trasfondo esencial de formas elementales de la materia y de la energía.
Su influencia en la filosofía y las ciencias
Empédocles no fue la excepción de la corriente intelectual de su época, dado que el sabio también quiso explicar racionalmente el mundo fenoménico. A su trabajo, se le suele considerar como uno de los primeros trabajos con ínfulas epistemológicas de la antigüedad, ya que se interesó en lograr una explicación racional de las sensaciones y al análisis de nuestros sentidos como órganos del conocimiento, lo cual le implicó también un análisis a la fisiología de los mismos —un largo y fértil camino que habrían de recorrer muchos otros filósofos y académicos en los milenios venideros después de su muerte—.
Su influencia ha sido de gran amplitud durante más de dos milenios. Prueba de ello, su teoría de los cuatro elementos influyó por largo tiempo en la teoría y práctica médica de los cuatro humores —en los textos Hipocráticos se pueden hallar elementos probatorios al respecto—. Se dice que sus estudios acerca de la botánica han preludiado los de Teofrasto. Hallando en Aristóteles uno de sus mayores lectores y críticos de ahí que lo citara más que a muchos otros. Y sin mencionar sus raíces epistemológicas tan fértiles incluso en la actualidad.