Los orígenes de la manipulación genética De Mendel a Watson y Crick (Parte 1)

Los orígenes de la Edición genética: De Mendel a Watson y Crick (Parte 1)

“Escribimos para saborear la vida dos veces: en el momento y en retrospectiva.”
– Anaïs Nin

La historia de la manipulación genética es, en esencia, una narrativa de descubrimiento y perseverancia que transformó nuestra comprensión de la vida misma. Como todo gran relato científico, comienza mucho antes de que sus protagonistas principales entraran en escena, en una época en que la herencia era más un misterio que una ciencia.

La Era Pre-Mendeliana: Entre Mitos y Observaciones

En los albores del siglo XIX, la herencia era un fenómeno tan cotidiano como inexplicable. Los agricultores y ganaderos sabían por experiencia que ciertas características pasaban de padres a hijos, pero el mecanismo detrás de esta transmisión permanecía en el reino de la especulación. Las teorías abundaban: desde la antigua creencia griega de que las características se transmitían a través de la sangre -origen de la expresión “lazos de sangre”- hasta la teoría de la pangénesis de Darwin, que proponía que cada órgano producía diminutas partículas llamadas “gémulas” que viajaban por el cuerpo hasta las células reproductivas.

El Amanecer del Pensamiento Hereditario

La humanidad siempre ha sido consciente de que los hijos se parecen a sus padres. Esta simple observación, tan universal como antigua, fue la primera semilla de lo que eventualmente se convertiría en la ciencia de la genética. Desde los primeros agricultores que seleccionaban las mejores semillas para la siguiente cosecha hasta los criadores de ganado que buscaban perpetuar las características más deseables en sus animales, la humanidad ha intentado comprender y manipular la herencia mucho antes de entender sus mecanismos.

Las Primeras Teorías: Entre la Filosofía y la Observación

La Herencia en la Antigüedad

En la antigua Grecia, Hipócrates propuso la teoría de la “pangénesis”, sugiriendo que todas las partes del cuerpo producían pequeñas partículas que se concentraban en el semen. Esta teoría, aunque incorrecta, fue notablemente persistente y encontraría eco incluso en las propuestas de Charles Darwin siglos después. Aristóteles, por su parte, creía que el semen masculino proporcionaba la forma mientras que la mujer aportaba la materia, una teoría que reflejaba más los prejuicios sociales de su época que la realidad biológica.

La Edad Media: Entre la Superstición y la Práctica

Durante la Edad Media, mientras la teoría permanecía estancada en conceptos antiguos, la práctica de la cría selectiva continuaba evolucionando. Los monasteries europeos, irónicamente los mismos que más tarde albergarían a Mendel, se convirtieron en centros de experimentación agrícola y ganadera. Los monjes mantenían registros detallados de sus cruces y resultados, aunque sin comprender los mecanismos subyacentes.

El Renacimiento: Los Primeros Pasos hacia la Observación Sistemática

La Revolución del Microscopio

La invención del microscopio en el siglo XVII abrió literalmente un nuevo mundo de observación. Anton van Leeuwenhoek, con sus microscopios artesanales, fue el primero en observar espermatozoides en 1677. Este descubrimiento llevó a la teoría del “homúnculo”, que proponía que dentro de cada espermatozoide existía un ser humano en miniatura completamente formado. Esta teoría, aunque nos parece absurda hoy, representaba un intento de explicar cómo se transmitía la información hereditaria.

Los Hibridadores: Precursores Involuntarios

Joseph Gottlieb Kölreuter, trabajando en el siglo XVIII, realizó los primeros estudios sistemáticos sobre hibridación en plantas. Sus experimentos con tabaco demostraron que la descendencia de híbridos tendía a parecerse a ambos padres de manera predecible. Aunque no llegó a las conclusiones de Mendel, sus meticulosos registros y observaciones sentaron precedentes importantes para la experimentación genética.

La Ilustración: El Surgimiento del Pensamiento Sistemático

La Clasificación de Linneo

Carl Linnaeus, además de desarrollar su famoso sistema de clasificación, realizó observaciones sobre la herencia de características en plantas. Notó que ciertas variantes de flores producían descendencia constante, mientras que otras daban lugar a diversos tipos de progenie. Sin saberlo, estaba observando los efectos de la dominancia y la recesividad que Mendel más tarde explicaría.

Las Sociedades Científicas y el Intercambio de Ideas

El establecimiento de sociedades científicas como la Royal Society en Londres facilitó el intercambio de observaciones y teorías sobre la herencia. Los naturalistas compartían sus observaciones sobre variaciones en plantas y animales, aunque carecían de un marco teórico unificador para explicarlas.

Los Inmediatos Predecesores de Mendel

Thomas Andrew Knight

Knight, trabajando a principios del siglo XIX, realizó extensos experimentos de hibridación en guisantes, curiosamente el mismo organismo que Mendel utilizaría más tarde. Sus observaciones sobre la dominancia de ciertos caracteres se acercaron a las conclusiones de Mendel, pero le faltó el riguroso análisis matemático que caracterizaría el trabajo del monje.

Carl Friedrich von Gärtner

Gärtner publicó los resultados de más de 9,000 experimentos de hibridación poco antes del trabajo de Mendel. Sus detalladas observaciones sobre la uniformidad de la primera generación híbrida y la reaparición de características parentales en generaciones posteriores contenían las pistas que Mendel más tarde descifraría.

La Teoría Celular: El Eslabón Perdido

Schleiden y Schwann

El establecimiento de la teoría celular por Matthias Schleiden y Theodor Schwann en 1839 proporcionó el marco conceptual necesario para entender dónde podría residir la información hereditaria. La comprensión de que todos los organismos estaban compuestos por células y que las células solo provenían de otras células fue crucial para el posterior desarrollo de la genética.

Darwin y la Herencia: Una Oportunidad Perdida

Charles Darwin, aunque revolucionó la biología con su teoría de la evolución por selección natural, no logró resolver el misterio de la herencia. Su teoría de la pangénesis, publicada en 1868, proponía que cada parte del cuerpo producía pequeñas partículas llamadas “gémulas” que se transmitían a la siguiente generación. Esta teoría, aunque incorrecta, demuestra cuán difícil era conceptualizar los mecanismos de la herencia incluso para las mentes más brillantes de la época.

El Escenario está Preparado

En vísperas del trabajo de Mendel, el campo de la herencia era una mezcla de observaciones precisas y teorías especulativas. Los hibridadores habían acumulado una gran cantidad de datos sobre el comportamiento de los caracteres en cruces, pero carecían de un marco teórico para interpretarlos. La teoría celular había establecido dónde buscar los mecanismos de la herencia, pero no cómo funcionaban.

Lo que se necesitaba era alguien que pudiera ver patrones donde otros solo veían confusión, alguien que pudiera aplicar el rigor matemático a las observaciones biológicas. Ese alguien sería un monje agustino en un monasterio de Moravia, cuya historia ya conocemos del capítulo anterior.

La era pre-mendeliana, con todas sus teorías erróneas y observaciones incompletas, no fue un simple preludio al trabajo de Mendel. Fue un período crucial que estableció las bases observacionales y experimentales sobre las que Mendel construiría su revolucionaria teoría. Nos recuerda que el progreso científico raramente surge de la nada, sino que se construye sobre los esfuerzos, tanto exitosos como fallidos, de generaciones anteriores.

Continuará…

Camina hacia el futuro

Yeisson X

Médico especializado en Neurología. Abogado con énfasis en Derecho Penal. Bueno, todo eso querían en mi familia. Estudié Comunicación Social – Periodismo, escritor y buen amante.