Llamada por muchos como la capilla sixtina del hombre prehistórico; es retratada por casi todos los autores de la historia del arte moderno, como el lugar dónde se sitúan los primeros vestigios de arte en la historia de la humanidad: el arte rupestre de las cuevas de Altamira.
Sitio emblemático por reunir casi todas las técnicas y temas, con una amplia cronología, inscrita en la Lista de Patrimonio Mundial en 1985. Su descubrimiento significó un giro hacia el conocimiento que se creía tener hasta finales del siglo XIX sobre el hombre prehistórico: esto es, el que se le había considerado como un ser salvaje e incapaz de expresión artística de calidad, con esto pasó a ser definido como un ser con una sensibilidad y una técnica sorprendentes.
Bisonte hallado en las cuevas de Altamira. Foto de edición propia. |
Su descubrimiento
Las narraciones documentadas sobre su hallazgo, están rodeadas de anécdotas curiosas y simpáticas. Se dice que, fue debido a una pequeña abertura que daba entrada a la cueva, excavada en roca natural, en 1868. El perro de un cazador fue el que dio la pista de lo que había entre unas grietas. Aunque su dueño no supo avistar lo que allí se hallaba. Solo fue hasta 11 años después que, las pinturas fueron descubiertas por una niña de 8 años mientras acompañaba a su padre en busca de restos de huesos en su interior.
Transcurrieron casi 23 años para que se le otorgará el reconocimiento universal sobre la autenticidad de las pinturas y las disquisiciones de la ciencia empezaron a centrarse en la precisión cronológica de la ocupación de la cueva, las técnicas empleadas y su finalidad.
Su ubicación
Se encuentra en la parte alta de una de las colinas calcáreas que rodean Santillana del Mar, una pequeña villa de Cantabria, cerca de Santander. Con una longitud aproximada de 270 metros con alturas que oscilan entre los 2 y 12 metros y anchuras entre 6 y 20 metros.
Se cree que, fue habitada y pintada durante el Paleolítico superior. El hecho que haya permanecido oculta por tanto tiempo, se debe a un derrumbe natural ocurrido en la época paleolítica. En toda la cueva se pueden observar figuras y signos grabados, dibujados y pintados. Pero, lo que más llama la atención de la cueva radica en el conjunto del llamado techo de los policromos, con los famosos e interesantes bisontes.
Lo más interesante
La cueva de Altamira alberga a través de su recorrido, uno de los ciclos pictóricos más completos del arte rupestre paleolítico europeo. Allí se reúnen todos los temas, técnicas y estilos artísticos del arte rupestre paleolítico. Su mayor interés está en la selección intencionada de animales, signos abstractos y representaciones humanas, elementos que, precisamente, dejaron perplejos y hasta escépticos a muchos estudiosos.
Aunque es el bisonte el animal más reconocido —el auténtico icono de Altamira—, son los ciervos de ambos sexos los más representados a lo largo de toda la cueva, y los que más variedad en sus técnicas expresan. También dicen presente allí los dibujos, grabados y pinturas de caballos, cabras y uros. Además de hallarse representaciones abstractas, que se califican como signos.
Respecto a las técnicas, estos utilizaron un gran abanico de ellas, que van desde utilizar la cabeza de un toro marcando con los dedos la arcilla permanentemente húmeda y tierna; hasta hacer de las pinturas y grabados paredes en los techos con delineados de trazo fino, otros de trazo ancho y profundo. La mayor complejidad está en las figuras policromas —que en realidad solo son dos colores más el color dorado proveniente de la superficie en la que fueron realizadas—. Los bisontes destacan por la maestría en su ejecución y técnica.
Las cuevas de Altamira como Patrimonio de la Humanidad 1985:
Aún contra el escepticismo con el que se vio envuelto el hallazgo de Altamira en sus primeros años, fue gracias a otros descubrimientos similares en Europa, que poco a poco se fue reconociendo su valor como una de las máximas representaciones del espíritu creador del hombre.
La Cueva de Altamira hoy es parte del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y es así desde 1985. Hay quienes dicen que, tratar de encontrar explicación al arte de esta cueva es una tarea difícil, casi imposible han dicho muchos otros. No obstante, se sabe que es un arte de comunidades cazadoras recolectoras que no tiene como propósito explicar la caza; sino que se trata de representaciones codificadas de esas especies, inmersas en las concepciones ‘morales’ y simbólicas de su época. Incluso se ha considerado, que estas podrían ser trascendentes, en relación con su manera de comprender el mundo, su lugar en el mismo y su relación con los demás seres.